Teatro o morir

Si algo tienen los artistas, a parte de dedicarse el 99% por vocación, es cabezonería. Un año después de paralizar prácticamente toda la actividad nos encontramos con un resurgimiento teatral muy interesante. Y digo resurgimiento porque me ha llamado la atención tantos títulos recientes a los que me gustaría o me hubiera gustado asistir y que por tiempo, precaución o sold out acabaré sin ver.

El Porc, Las Kelly, Una tienda en París, Nosaltres dos i altres herbes, La marca de Caín, Bernat, Teràpia mierder, Nua, Peajes, Hago Chass… son sólo algunos de ellos.

Si es que ser artísta viene con el título de «Valiente» automáticamente. El instinto de supervivencia es muy alto y es normal que a pesar del chaparrón que ha sufrido el sector (uno de muchos) sigan insistiendo en realizar producciones. A pesar de las cancelaciones, funciones pospuestas, aforo reducido, miedo a contagiarse entre el público, PCRs y un largo etcétera, el teatro sigue más vivo que nunca y con los brazos abiertos para todo aquel que quiera evadirse de la nueva normalidad.

La #culturasegura recarga las pilas.

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